CÁRCELES FASCISTASUN ANARQUISTA Y UN NACIONALISTA VASCO ESTRECHAN SUS MANOS COMO LO HACÍAN EN LAS CÁRCELES FASCISTAS
IBAN GORRITI - Sábado, 23 de Octubre de 2010 Félix Padín (94 años, a la izquierda) y José Montero (91 años) estrechan sus manos ante el autobús del fime "Izarren Argia". (I. Gorriti)LA memoria histórica es esa puerta intrigante que una vez descubierta de tierra y desvergüenza te ilustra. En ocasiones, desvela lo impensable. Duele oír declarar al erandioarra José Moreno -a punto de estrenar 92 otoños- que estando presos "hacíamos las necesidades en el plato en el que comíamos". El franquismo nunca deja de sorprender. Para mal. El nacionalista vasco, de ELA/STV, junto al bilbaino Félix Padín, de CNT, compartió ayer retentiva: esa prodigiosa capacidad para retener los hechos en la memoria. Sus testimonios lograron parar y abrir las pestañas a decenas de personas que se topaban en la plaza del Arriaga con una rueda de prensa de la plataforma de asociaciones por la recuperación de la memoria histórica Lau Haizetara Gogoan. La prisa bilbaina de los transeúntes se detenía ayer, como la democracia en 1936.Con una casta chirene típica del botxo, los dos nonagenarios señalaban con el dedo índice hacia la Ribera. Sin hablar, asentían con sus cabezas, sabiendo que lo que iban a compartir no ocurre hoy. "En la guerra, en las cárceles, todos éramos uno, antifascistas, y por esas calles hacíamos manifestaciones juntos, sin banderas, contra el franquismo". Ahora, sólo el Athletic lo consigue, como si de un dogma político se tratase. "¡Ya estamos con el dichoso fútbol!", protesta el de Zorrotzaurre, y aplaude -como lo hace Padín- que todas las ideologías contrarias al fascismo fueran una. Todas las banderas se cosieron juntas, unidas por el enemigo, que se llamaba Franco.Por ello, Padín y Moreno no dudaron ni un segundo en posar para la foto con las manos estrechadas, abrazadas. "En la cárcel, si entraba algo para uno, lo compartíamos entre todos sin mirar de qué color era su bandera", coinciden mientras miran a las estrellas del autobús deIzarren Argia, en las que están escritos los nombres de compañeros de todo Euskadi muertos en la Guerra Civil. Desde Lau Haizetara Gogoan pidieron ayer cambiar esa denominación por rebelión militar, porque no hubo fuerzas civiles, sino un golpe de Estado, el del 18 de julio de 1936. Una dictadura que unió a todos sus enemigos en uno solo.
Félix Padín (94 años, a la izquierda) y José Montero (91 años) estrechan sus manos ante el autobús del fime "Izarren Argia". (I. Gorriti)
LA memoria histórica es esa puerta intrigante que una vez descubierta de tierra y desvergüenza te ilustra. En ocasiones, desvela lo impensable. Duele oír declarar al erandioarra José Moreno -a punto de estrenar 92 otoños- que estando presos "hacíamos las necesidades en el plato en el que comíamos". El franquismo nunca deja de sorprender. Para mal. El nacionalista vasco, de ELA/STV, junto al bilbaino Félix Padín, de CNT, compartió ayer retentiva: esa prodigiosa capacidad para retener los hechos en la memoria. Sus testimonios lograron parar y abrir las pestañas a decenas de personas que se topaban en la plaza del Arriaga con una rueda de prensa de la plataforma de asociaciones por la recuperación de la memoria histórica Lau Haizetara Gogoan. La prisa bilbaina de los transeúntes se detenía ayer, como la democracia en 1936.
Con una casta chirene típica del botxo, los dos nonagenarios señalaban con el dedo índice hacia la Ribera. Sin hablar, asentían con sus cabezas, sabiendo que lo que iban a compartir no ocurre hoy. "En la guerra, en las cárceles, todos éramos uno, antifascistas, y por esas calles hacíamos manifestaciones juntos, sin banderas, contra el franquismo". Ahora, sólo el Athletic lo consigue, como si de un dogma político se tratase. "¡Ya estamos con el dichoso fútbol!", protesta el de Zorrotzaurre, y aplaude -como lo hace Padín- que todas las ideologías contrarias al fascismo fueran una. Todas las banderas se cosieron juntas, unidas por el enemigo, que se llamaba Franco.
Por ello, Padín y Moreno no dudaron ni un segundo en posar para la foto con las manos estrechadas, abrazadas. "En la cárcel, si entraba algo para uno, lo compartíamos entre todos sin mirar de qué color era su bandera", coinciden mientras miran a las estrellas del autobús deIzarren Argia, en las que están escritos los nombres de compañeros de todo Euskadi muertos en la Guerra Civil. Desde Lau Haizetara Gogoan pidieron ayer cambiar esa denominación por rebelión militar, porque no hubo fuerzas civiles, sino un golpe de Estado, el del 18 de julio de 1936. Una dictadura que unió a todos sus enemigos en uno solo.
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