Isaac Rosa
“Las Administraciones públicas facilitarán a los descendientes de las víctimas que así lo soliciten las actividades de indagación, localización e identificación.” -Artículo 11.1 de la Ley de Memoria Histórica-.
Hace hoy diez años, en una cuneta a las afueras de Priaranza del Bierzo, la pala de una excavadora que removía la tierra encontró algo duro: una bota. Junto a ella aparecieron los huesos de un pie, y al quitar la tierra apareció un cuerpo entero, y luego otro, y otro, hasta trece. Todos fusilados sesenta y cuatro años antes.
Aquella fosa, la primera abierta en más de veinte años, removió mucho más que la tierra que la llenaba, y fue iniciativa de Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica que en diez años ha recuperado más de 1.500 cuerpos de unas 150 fosas.
Pero cuando uno empieza a cavar nunca sabe lo que se va a encontrar, y eso fue lo que le pasó a Emilio. Uno empieza a quitar tierra, y al mismo tiempo que una bota, un pie, un cadáver, trece fusilados, encuentra más asesinados, decenas, cientos, miles.
Y si sigues sacando tierra no sólo salen huesos y casquillos de bala, también aparecen bustos franquistas, cruces a los caídos, calles con nombre de golpista y toda una basílica en Cuelgamuros; y entre la tierra removida surgen también archivos cerrados, investigaciones pendientes, leyes predemocráticas, registros civiles manipulados; y cuanto más profundo cavas más porquerías encuentras, un sistema judicial que blinda la dictadura, una derecha política que ejerce de heredera, una izquierda oficial desentendida de sus propios desaparecidos, una ignorancia perpetuada en el sistema educativo; todo ese subsuelo podrido donde hundía sus raíces la democracia.
Pero también, al levantar la vista de la fosa, descubres que no estás solo, que se han ido acercando otros, a ayudar, a señalar más fosas, a preguntar por sus familiares, a contar una historia terrible y silenciada, a pedir la anulación de una sentencia o la inscripción de un asesinado, a investigar los crímenes en un pueblo, a exigir verdad, justicia y reparación.
Diez años que, desde aquella primera fosa, han ayudado a desfranquistizar este país. Queda mucho por desenterrar, pero hoy podemos parar un momento y agradecer a quienes empezaron. Gracias.
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