El pasado domingo 24 de Enero tuvo lugar en Berriosuso, pueblo muy próximo a Pamplona, un homenaje a 13 de los fallecidos en el Fuerte San Cristóbal, los enterrados en el cementerio de este pueblo situado en la falda del monte Ezkaba, también conocido como San Cristóbal, en cuya cima está el fuerte.
Este homenaje, organizado por el Concejo de Berriosuso y la asociación Apezetxea Elkartea, comenzó en el local del Concejo de Berriosuso desde donde se inició la marcha, encabezada por un txistulari, hasta el cementerio situado un kilómetro monte arriba donde esperaban el resto de personas, que habían preferido subir en vehículo.
Allí fueron recibidos por los sones de la txalaparta de Oreka Tx.
Tras la presentación a cargo de miembros de Txinparta actuó el Grupo de Folk "Zindiku" acompañados en su segunda interpretación por Oreka.
A continuación, ya en el interior del cementerio tuvo lugar el homenaje en sí en el que se descubrió una placa con los nombres y provincia de origen de las trece víctimas.
Mientras se leían los nombres, los asistentes fueron depositando un clavel por cada uno de ellos y también unos ramos de flores tras lo que un dantzari bailó el tradicional Aurresku en su honor.
El alcalde del Concejo de Berriosuso dedicó unas palabras en recuerdo de los fallecidos y a continuación, como no había podido acudir ninguno de los familiares contactados, se procedió a la lectura de tres cartas que habían enviado para la ocasión.
El acto terminó con varias canciones interpretadas por Zindiku y la percusión de Oreka.
Este homenaje, el quinto hasta el momento, mas siete que faltan hasta completar los 12 pueblos de la antigua Cendea de Ansoáin donde se enterraron los 204 primeros fallecidos en el fuerte, ha sido promovido por la Asociación Txinparta de Ansoain y las placas subvencionadas por el Ministerio de Presidencia.
Y a la tercera semana, Juantxo López de Uralde fue puesto en libertad. “Los políticos hablan, los líderes actúan”, reivindicó el director de Greenpeace España ante el último paripé contra el cambio climático. Le faltó la apostilla: la policía ejecuta. El penoso episodio al menos ha servido para demostrar que la arbitrariedad, los abusos y las condenas sin juicio son plato común incluso entre las democracias con mayor pedigrí de la vieja Europa.
Hace unas semanas, pregunté a Zapatero si su Gobierno pensaba hacer algo para contribuir a la liberación del ecologista español. El presidente se encogió de hombros: “Está en manos de un juez”. No ha sido exactamente así. La legislación danesa, endurecida apenas unas semanas antes de la cumbre del clima, confiere tan amplios poderes a la policía que hasta la ley Corcuera parece inocente a su lado. Ha sido la policía danesa, la misma policía danesa cuyas medidas de seguridad quedaron ridiculizadas con la protesta de Greenpeace, quien promovió la prisión preventiva y quien también ordenó ayer su liberación, un día antes de que los reos viesen al juez.
Juantxo vuelve a casa después de la Navidad. El argumento que utilizó la policía para encarcelarle durante 20 días es que en libertad podría haber destruido pruebas. ¿Pruebas? ¿Qué pruebas? A no ser que los ecologistas escondan en el Rainbow Warrior un borrador de memoria, como el de Men in Black, parece difícil que puedan eliminar del planeta todas las fotos, todos los vídeos, que les inculpan por unos hechos que ellos mismos admiten. Las pruebas son lo de menos. Los cuatro de la alfombra roja ya han pagado una pena que puede que acabe siendo menor que la condena que al final imponga el juez. Como siempre en estos casos, no habrá reintegro por la vida perdida entre rejas.
http://www.escolar.net/MT/archives/2010/01/greenpeace-y-la-injusticia-danesa.html