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18/5/2010 ENTREVISTA CON LA EXPRESIDENTA DE CHILE
Michelle Bachelet, en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, ayer. Foto: DANNY CAMINAL
BARCELONA
Sabe de lo que habla. Memoria histórica, perdón, resarcimiento y reconocimiento son palabras mayores en boca de la expresidenta de Chile, la socialista Michelle Bachelet. Durante su mandato, que expiró en marzo, tendió puentes entre dos Chiles que parecían irreconciliables. Ella, la misma mujer detenida y torturada durante la dictadura de Pinochet, también estuvo al frente del Ejército como ministra de Defensa, el mismo Ejército que, décadas antes, acabó con la vida de su padre en un interrogatorio en prisión. La Universitat Pompeu Fabra la nombró ayer doctora honoris causa.
–¿Cómo analiza la suspensión del juez Garzón por intentar investigar los crímenes del franquismo?
–No puedo pronunciarme sobre la decisión de un tribunal porque no estoy al tanto de la jurisprudencia española. Pero estoy convencida, por la historia personal, por la historia de mi país y por el presente de mi país, de que no hay futuro en una nación que en algún momento de su historia tuvo una crisis o una guerra civil y no asimila la memoria, la verdad de lo sucedido y de sus causas.
–Siempre dice, como médico que es, que las heridas hay que limpiarlas antes de taparlas. ¿El proceso contra Garzón refleja que las heridas en España están sucias y, por lo tanto, abiertas?
–Claramente, las heridas del franquismo no están cerradas en España. Hay familiares que quieren saber la verdad. Se sabe la verdad a medias. Algunos saben que sus familiares están muertos, pero no saben dónde están enterrados. Quizá no lo sepan nunca pero la dignificación de su familia es un hecho muy importante. Uno necesita hacer el duelo pero también necesita el reconocimiento esencial que puede dar una sociedad, un Estado, un país. Y eso está claro que para muchos no se ha logrado plenamente.
–¿Qué necesidad tienen los sectores de la ultraderecha española a poner palos a las ruedas al reconocimiento de las víctimas del franquismo?
–Francamente, no lo entiendo. Tal vez el temor a que se pueda avanzar. Cuando yo hice el museo de la memoria en Chile dijeron que iba a generar odio en la sociedad. Para nada se genera esto si la gente es responsable y busca la memoria histórica, no la generación de violencia. No hay ninguna razón en ninguna parte del mundo para no reparar, no resarcir a las familias de las víctimas. Cómo se construye el futuro si no nos hacemos cargo del pasado. Hay heridas abiertas en España y la experiencia indica que si no se cierran bien se abren una y otra vez.
–Se marchó con índices de popularidad altísimos. ¿Por qué?
–Lo que el país reconoce es la capacidad de poner a las personas y al país como primera prioridad. La capacidad de decir «soy presidenta de todos» y mi trabajo para construir acuerdos y no para polarizar a la sociedad. La gente percibió que luchábamos fuertemente por ella.
–¿Le preocupa la vuelta de la derecha a Chile tras dos décadas de Gobierno de concertación?
–Gana un candidato de la derecha, pero eso no quiere decir que el país se haya derechizado desde el punto de vista de la concepción del país que quieren los chilenos, que pasa por tener un Estado de peso con igualdad de oportunidades. La gente castigó la concertación y esta lo tiene que analizar. Demuestra también que la democracia está plenamente madura porque llegó una coalición de Gobierno de derecha y el país sigue adelante.
–Hoy, precisamente, se celebra en Madrid la cumbre entre la UE y los países de América Latina y Caribe. ¿Cómo debe relacionarse América Latina con el exterior?
–Todos los presidentes latinoamericanos tienen el desafío común de combatir la pobreza y que el país pueda avanzar hacia niveles de desarrollo mayor, de mayor inclusividad. En Chile tuvimos una manera de hacer las cosas. Las globalización entraña peligros pero también oportunidades y esta nos permitía insertarnos en el comercio global y no quedarnos anclados en el mercado interno, generando otras posibilidades, atrayendo inversión extranjera, usando métodos como concesiones para tener una moderna infraestructura. Creemos que la asociación público-privada es muy imporante. Chile, Uruguay y Brasil demostramos que se puede luchar contra la pobreza con un modelo moderno de inserción en el mundo.
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