BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS,- 22/05/2010
- El Plural.com
Reconozco que incluso a mí, sabedor de la absoluta honestidad de nuestro presidente provincial de Castellón, me hasorprendido la noticia de que le tocara cinco veces seguidas la lotería. Soy un hombre de letras, pero según he podido oír a algunos expertos matemáticos, las posibilidades de que eso ocurra en tan corto plazo de tiempo, son científicamente insignificantes, es decir, imposibles. Luego, descartada la lógica científica, era comprensible que en alguno de ustedes surgiera la sospecha de que pudiera haber algo turbio tras semejante suerte.
Pero, como casi siempre, unas declaraciones de nuestro insigne presidente de honor, José María Aznar, han venido en mi ayuda iluminándome, y nunca mejor dicho, con la respuesta a semejante misterio. En realidad, el problema es que hasta ahora habíamos planteado como una cuestión de suerte, lo que en realidad es un simple milagro. Ya sé que muchos de ustedes se habrán puesto las manos en la cabeza y estarán pensando que un milagro es casi más difícil que un (bueno, más bien cinco) golpes de suerte. Pero eso es válido para ustedes, vulgares hienas bolcheviques, pero no para quienes como el devoto Carlos Fabra cumplen estrictamente con los dogmas cristianos.
Y ya les digo que no es una ocurrencia mía, que es que lo acaba de decir nuestra mente más preclara, el faro del pensamiento neoliberal, en una palabra: Aznar. Después de años de recogimiento, apenas roto por alguna conferencia, una que otra clase magistral y varios millones de abdominales, Jose Mari acaba de descubrirnos la causa de la actual crisis económica: la pérdida de las raíces cristianas. Es decir, en realidad la crisis no es tal, sino que debe ser catalogada como una nueva plaga enviada por el Grandísimo para castigar a los pobres por haberse dejado enredar, una vez más, por los poderosos.
Como la historia del cristianismo demuestra, Dios aprieta pero no ahoga a quienes siguen fielmente sus dogmas. De la misma manera que advirtió a Noé que construyera una embarcación porque tenía preparado el Diluvio Universal, se apareció a Fabra diciéndole qué números de la lotería debía comprar ante el inminente hundimiento de la economía mundial. Sólo le deseo a mi querido Fabra que Dios no lo deje ahora de su mano, y le conceda que quien lo haya de juzgar sea un fervoroso creyente.
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