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jueves, 1 de julio de 2010

Normas de convivencia sanferminera

Con el ongietorri en buen estado

El Ayuntamiento de Pamplona ha colocado ya en establecimientos del casco viejo y soportes publicitarios de todo tipo los felpudos por el civismo. No se llaman así, pero ésa es la idea, mayormente: invitar a la gente a que disfrute de ésta, que es su ciudad, pero respetando también a los que vivimos en ella. Algo francamente complicado, por mucho felpudo que coloques. Es complicado mantener el orden en esos días que, como definía Mikel Urmeneta, son "la diarrea de una ciudad estreñida".

Pero, para que no se quejen de colaboración txistorrera, en vez de decir si nos gustan o no los felpudos cívicos, vamos a dar alguna orientación para que los excesos festivos no cuesten demasiados disgustos a los vecinos y vecinas de esta gloriosa ciudad, que no hay en el mundo entero etcétera etcétera. Son las normas de civismo básico que proponemos.

- Lugares para dormir. Hay muchas zonas verdes en Pamplona, de carácter público, donde puedes pernoctar si no tienes hotel. Las macetas de los portales privados no son consideradas zonas verdes. Y no, tampoco son picaderos: los fosos de la Ciudadela están más mullidos y son más discretos. Tampoco es plan de ofrecer porno gratis a los vecinos. Si quieren alegrías, que paguen.

- Las meadas. Es cierto: los bares, e incluso los urinarios portátiles, están petados de gente y hacer cola es un esfuerzo. Pero se puede aprovechar para conocer gente. Piensa en esa ventaja antes de ponerte a mear en cualquier esquina o entre dos contenedores. Piensa también que, al sacar la chorra, la ya de por si escasa protección de pantalones y gayumbos se pierde, y tus partes nobles quedan al albur de cualquier patada por el civismo. A una mala, puedes mear en la botella de cerveza vacía o en el katxi de plástico que te acabes de beber, y dejarlo en algún rincón o junto al urinario. Se recomienda tener claro cuál es el katxi con meada, para no ofrecerlo a la cuadrilla: queda feo.

- Las cosas que hacen ruido: carracas, megáfonos y vuvuzelas pueden tener su gracia en el tendido de sol, en el Struendo de Iruña o incluso en la Estafeta a las ocho de la tarde. A partir de las doce de la noche, tocan bastante las narices. Deja esos accesorios en casa cuando salgas de marcha por la noche. Te van a molestar, no vas a ligar sino que vas a quedar de plasta y, además, corres el riesgo de que algun vecino educado te mande callar y algún vecino menos educado explore con la vuvuzela partes de tu recto que desconocías.

- Las comidas. Y ahora no hablamos de sexo. Es cierto que los precios se suben a la parra, que la cerveza que antes costaba 1'50 sube misteriosamente a 2'50 y encima servida en vaso de plástico. Es cierto que hay restaurantes caros, muy caros y carísimos, y que la ración de pulpo en las casetas autonómicas sale a doblón el tentáculo. Pero le puedes echar un vistazo a guías como la de Comermuybien.com, a ver si encuentras algo, o preguntar en cualquier bar. O ser solidario y comer o almorzar en Paris 365, con un buen fin. Todo antes de recurrir a los bocatas de plancha callejera de chorizo y carne no identificada, cocinados entre potadas y pis. Que vale: a las cinco de la mañana, mejor comerte un bocata que un troll, pero no es plan. ¿En qué influye esto en la convivencia? Muy fácil: los problemas con las aguas menores se repiten, amplificados, con las aguas mayores provocadas por la ingesta de esos bocadillos. Vamos, que van a irse de baretas y acabarán en cualquier maceta de portal. O sobre un felpudo consistorial, que sería el summun del incivismo.

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