Promovida por los familiares, la Sociedad Científica Aranzadi iniciará el lunes la excavación de una fosa común localizada en Añézcar donde se sospecha que están enterrados 15 cuerpos, entre ellos los de los dos burgaleses
J.C.O. / ARANDA
La Sociedad Científica Aranzadi va a iniciar el 22 de noviembre la exhumación de una fosa común existente en la localidad de Añézcar (Navarra), donde se sospecha que están enterrados los cuerpos de 15 víctimas represaliadas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista que estuvieron presos en el Fuerte de San Cristóbal. Unos restos entre los que se cree que se encuentran Tito López López, que en 1936 era alcalde de la localidad ribereña de Arandilla, Pedro Pérez Martínez, regidor electo de Pradoluengo, y el también burgalés Gregorio Gutiérrez Quintana.
La localización del enterramiento ha sido posible gracias a la colaboración del navarro Teófilo Goldaracena, quien precisamente fue uno de los promotores de la denuncia ante la Audiencia Nacional por el asesinato de sus abuelos ribereños, Macario Rodríguez y Ángela Rodrigo, que fueron exhumados de una fosa de La Lobera, a raíz de que se lo pidieran sendos nietos de las víctimas: Luis Carlos López Zayas y Carlos Pérez, respectivamente.
«Esto surgió porque, a raíz de conocerse mi caso, ha habido mucha gente que me ha llamado de toda España, Uno de ellos fue un nieto que vive en Madrid, que en principio no buscaba, pero que luego coincidimos en la Audiencia Nacional en Madrid, hablamos y ahí es cuando yo empecé a mirar porque ellos sabían que había estado en el fuerte y muerto allí, pero desconocían donde estaba enterrado», explica.
Goldaracena, que ha trabajado en la búsqueda de más reclusos del penal y ha reunido documentación de más de 200 de los cerca de 3.000 prisioneros que llegó a tener, localizó en el Registro Civil de Ansoáin las actas de defunción de ambos, donde figura que Tito López, labrador, falleció de colapso cardíaco por tuberculosis pulmonar el 23 de noviembre de 1941 a los 53 años, mientras que Pedro Pérez Martínez, de profesión cortador, expiró por la misma causa aunque la tuberculosis era de origen pulmonar, el 14 de enero de 1938 cuando contaba con 56 años, y que ambos habrían de recibir sepultura en el cementerio de Añézcar.
A base de mucho insistir y después de ganarse su confianza, gracias al testimonio de un veterano lugareño ya desparecido, Goldaracena consiguió situar el enterramiento en el exterior del campo santo, próximo a la valla de entrada, extremo que se confirmó posteriormente con el paso de un geo-radar que arrojó como resultado la existencia de enterramientos individuales y dos alteraciones que pudieran ser algún tipo de enterramiento concentrado.
El Gobierno de Navarra ha concedido a los familiares una ayuda de 20.000 euros para proceder a la exhumación de ésta y de otras dos fosas (Berriosuso y Oteiza), que debe justificarse antes de fin de año, y ya han obtenido el preceptivo permiso del Concejo de Añézcar.
Ribereño
La figura de Tito López López, la recoge José María Rojas, en su libro ‘Semilla de libertad’, aportando como datos bibliográficos que estaba casado con Andrea Ortiz y que, además de una ama de casa viuda, dejó cinco hijos, por aquella fecha todos menores de 12 años, : Purificación, José Jovino, María Soledad, Maximina y Orencia. Era el alcalde de la localidad, al parecer por el partido socialista, y en las elecciones de 1931 sacó 69 votos, siendo el segundo candidato más votado.
El Consejo de Guerra bajo la acusación de tenencia ilícita de amas se celebró en Burgos. En él fue condenado a 36 años de prisión mayor, Ingresó en la cárcel el 21 de enero de 1937 y falleció el 23 de noviembre de 1941 en la citada prisión a los 53 años «de un colapso cardíaco».
El nieto de Tito denunció el caso en noviembre de 2008 en la Audiencia Nacional y al inhibirse en juez Baltasar Garzón en favor de los juzgados territoriales, le correspondió al Juzgado de Instrucción Número 4 de Pamplona que, a diferencia por ejemplo del número 2 de Aranda de Duero que decidió sobreseer las diligencias y dejar sin efecto el oficio remitido por el Juzgado Central de Instrucción número 5 de Madrid, abrió diligencias previas, que siguen su trámite.
En su escrito, presentado en nombre de su familia, denunciaba que su abuelo había sido sacado de su casa a la fuerza y falsamente acusado de tenencia ilícita de armas «es decir, -señala- por tener las herramientas con las que trabajaba en el campo, ya que su oficio era labrador».
Pone de manifiesto que la condena de 35 años de reclusión mayor fue una de las más altas y la cumplió «en unas condiciones infrahumanas en las que no podía durar mucho». Informa que enterrado en una fosa común con otras 14 víctimas sin que se haya podido exhumar su cuerpo, y subraya que dos de los hijos que aún viven «desean saber la verdad, qué pasó con su padre, por qué lo detuvieron, juzgaron y encarcelaron en un día sin ninguna explicación y sin poder preguntar por miedo a que los pegasen».
Además, en calidad de nieto, evidencia que quiere reivindicar la memoria de su abuelo y del resto de los fallecidos. «Ya es hora de que las familias de estos luchadores de la libertad puedan salir a la calle orgullosos de sus muertos y poder derramar lágrimas de alegría por tener los restos de sus seres queridos y poder darlos el descanso que se merecen en compañía de sus familiares querido ya que en vida no lo hicieron», sentencia.
La localización del enterramiento ha sido posible gracias a la colaboración del navarro Teófilo Goldaracena, quien precisamente fue uno de los promotores de la denuncia ante la Audiencia Nacional por el asesinato de sus abuelos ribereños, Macario Rodríguez y Ángela Rodrigo, que fueron exhumados de una fosa de La Lobera, a raíz de que se lo pidieran sendos nietos de las víctimas: Luis Carlos López Zayas y Carlos Pérez, respectivamente.
«Esto surgió porque, a raíz de conocerse mi caso, ha habido mucha gente que me ha llamado de toda España, Uno de ellos fue un nieto que vive en Madrid, que en principio no buscaba, pero que luego coincidimos en la Audiencia Nacional en Madrid, hablamos y ahí es cuando yo empecé a mirar porque ellos sabían que había estado en el fuerte y muerto allí, pero desconocían donde estaba enterrado», explica.
Goldaracena, que ha trabajado en la búsqueda de más reclusos del penal y ha reunido documentación de más de 200 de los cerca de 3.000 prisioneros que llegó a tener, localizó en el Registro Civil de Ansoáin las actas de defunción de ambos, donde figura que Tito López, labrador, falleció de colapso cardíaco por tuberculosis pulmonar el 23 de noviembre de 1941 a los 53 años, mientras que Pedro Pérez Martínez, de profesión cortador, expiró por la misma causa aunque la tuberculosis era de origen pulmonar, el 14 de enero de 1938 cuando contaba con 56 años, y que ambos habrían de recibir sepultura en el cementerio de Añézcar.
A base de mucho insistir y después de ganarse su confianza, gracias al testimonio de un veterano lugareño ya desparecido, Goldaracena consiguió situar el enterramiento en el exterior del campo santo, próximo a la valla de entrada, extremo que se confirmó posteriormente con el paso de un geo-radar que arrojó como resultado la existencia de enterramientos individuales y dos alteraciones que pudieran ser algún tipo de enterramiento concentrado.
El Gobierno de Navarra ha concedido a los familiares una ayuda de 20.000 euros para proceder a la exhumación de ésta y de otras dos fosas (Berriosuso y Oteiza), que debe justificarse antes de fin de año, y ya han obtenido el preceptivo permiso del Concejo de Añézcar.
Ribereño
La figura de Tito López López, la recoge José María Rojas, en su libro ‘Semilla de libertad’, aportando como datos bibliográficos que estaba casado con Andrea Ortiz y que, además de una ama de casa viuda, dejó cinco hijos, por aquella fecha todos menores de 12 años, : Purificación, José Jovino, María Soledad, Maximina y Orencia. Era el alcalde de la localidad, al parecer por el partido socialista, y en las elecciones de 1931 sacó 69 votos, siendo el segundo candidato más votado.
El Consejo de Guerra bajo la acusación de tenencia ilícita de amas se celebró en Burgos. En él fue condenado a 36 años de prisión mayor, Ingresó en la cárcel el 21 de enero de 1937 y falleció el 23 de noviembre de 1941 en la citada prisión a los 53 años «de un colapso cardíaco».
El nieto de Tito denunció el caso en noviembre de 2008 en la Audiencia Nacional y al inhibirse en juez Baltasar Garzón en favor de los juzgados territoriales, le correspondió al Juzgado de Instrucción Número 4 de Pamplona que, a diferencia por ejemplo del número 2 de Aranda de Duero que decidió sobreseer las diligencias y dejar sin efecto el oficio remitido por el Juzgado Central de Instrucción número 5 de Madrid, abrió diligencias previas, que siguen su trámite.
En su escrito, presentado en nombre de su familia, denunciaba que su abuelo había sido sacado de su casa a la fuerza y falsamente acusado de tenencia ilícita de armas «es decir, -señala- por tener las herramientas con las que trabajaba en el campo, ya que su oficio era labrador».
Pone de manifiesto que la condena de 35 años de reclusión mayor fue una de las más altas y la cumplió «en unas condiciones infrahumanas en las que no podía durar mucho». Informa que enterrado en una fosa común con otras 14 víctimas sin que se haya podido exhumar su cuerpo, y subraya que dos de los hijos que aún viven «desean saber la verdad, qué pasó con su padre, por qué lo detuvieron, juzgaron y encarcelaron en un día sin ninguna explicación y sin poder preguntar por miedo a que los pegasen».
Además, en calidad de nieto, evidencia que quiere reivindicar la memoria de su abuelo y del resto de los fallecidos. «Ya es hora de que las familias de estos luchadores de la libertad puedan salir a la calle orgullosos de sus muertos y poder derramar lágrimas de alegría por tener los restos de sus seres queridos y poder darlos el descanso que se merecen en compañía de sus familiares querido ya que en vida no lo hicieron», sentencia.
Mi madre es de Arandilla, e intima amiga de Maxi. por desgracia, Oren, no podrá celebrar la vuelta de su padre a su pueblo. Cuando se lo he comentado hoy, a la hora de la comida, ha roto a llorar de emoción. Un beso muy caluroso a todas las faminilias que tienen a familiares, o amigos, todavía en paradero desconocido. Salud!!
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