Siete de los nueve represaliados a los que se les aplicó la "ley de fugas" tienen tiros en el occipital
RAFEL MONTANER VALENCIA
"Fue una ejecución en toda regla". Esta es la conclusión a la que ha llegado el antropólogo forense Manuel Polo, el director del grupo Paleolab tras analizar durante cinco meses los 9 esqueletos que este equipo exhumó de la fosa común del cementerio parroquial de Albalat de Tarongers. Polo ha liderado las excavaciones de las dos primeras fosas de la dictadura que se abren en la Comunitat Valenciana, ésta del Camp de Morvedre y otra del cementerio municipal de Benagéber, en la que yacían tres guerrilleros y cuatro trabajadores de las obras del pantano y un pastor de este municipio de la Serranía.
El drama de los Ocho de Benagéber comenzó el 26 de marzo de 1947, cuando la Guardia Civil irrumpía tras un chivatazo en una casa de este municipio donde se refugiaban dos guerrilleros, a los que mataron en el acto. Los guardias se llevaron al pastor que los acogía a la colonia del pantano, donde había hasta tres cuarteles que vigilaban las obras. Allí comenzaron las palizas y torturas que desencadenaron una cascada de hasta 30 detenciones entre los trabajadores de la colonia.
Al día siguiente, la Benemérita se llevó fuertemente atados al pastor y a otros cuatro obreros. Los cinco fueron asesinados por las fuerzas franquistas tras ser utilizadas como escudos humanos en el frustrado asalto a un campamento del maquis. Todos los guerrilleros escaparon menos uno, que cayó en la refriega.
En el caso Albalat se trata de nueve personas, entre ellas un padre y su hijo, detenidas por la Guardia Civil en Manzanera (Teruel) y su comarca entre el 12 y el 14 de marzo de 1947 por supuestamente colaborar con la guerrilla. Tras ser torturados, fueron abatidos junto a la carretera de Segart el día 15 de marzo cuando supuestamente intentaron escapar durante su traslado a Valencia para declarar ante el juez.
Polo, que presentó ayer en el Aula magna de la Universitat las primeras conclusiones sobre el informe arqueológico forense de ambas exhumaciones, explicó que en Albalat "siete de los 9 esqueletos exhumados presentan heridas de bala en el cráneo compatibles con una ejecución por fusilamiento".
Estas lesiones craneales "son topográficamente iguales" ya que "en todos los casos se trata de tiros efectuados en el occipital izquierdo, de atrás a adelante", y con orificio de salida en la parte frontal de la cabeza. Unas lesiones "típicas de muerte por ejecución que hacen difícil pensar que fuera una fuga". Además, tres de los cuerpos tienen "lesiones por arma de fuego en la rodilla para inmovilizarlos y evitar que se pudieran escapar" antes de pegarles el tiro en la parte posterior de la cabeza.
En Benagéber, todos los esqueletos menos uno presentan también lesiones de bala en el cráneo, y dos de ellos traumatismos severos como fractura de fémur y tibia, lesiones según el forense "compatibles con enfrentamiento".
Identifican a 14 de los 17 restos
Las pruebas de ADN han permitido identificar a cuatro de los Ocho de Benágeber y a seis de los restos de Albalat. Los análisis antropológicos de los huesos han posibilitado además dar nombre a los otros tres cuerpos de Albalat y a uno de Benagéber. No se ha podido identifica a tres restos de esta última fosa "por falta de cotejo biológico, pues en un caso no se han localizado a familiares, en otro no queda ningún descendiente válido para obtener muestras de ADN y una familia se ha negado a que se realizara la exhumación".
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