El caso de María Alonso Ruiz, presidenta de Unión Republicana en La Bañeza (León) , paseada el 10 de octubre de 1936, ha llegado a nuestros días a través del relato de Josefina, su hermana pequeña, víctima de los abusos de las autoridades franquistas durante años por pertenecer a una familia de izquierdas. La memoria de Josefina incluye episodios oscuros de los que habla, 75 años después, con normalidad pero con una intermitente voz quebrada. El impulso definitivo para desempolvar su relato fue dar a su hermana una sepultura digna. Esto sucedió el 10 de abril de 2010, un año y medio después de que comenzara la exhumación de los restos de los 10 fusilados de Izagre, entre los que se encontraba Maria. Hasta entonces, a esta bañezana nacida en 1921 le atormentaba no poder cumplir el deseo de su madre: regresar de nuevo a casa con su hermana.
“Un sábado la llevaron a declarar, y al salir nos miró a mi madre y a mi poniéndose el dedo en el cuello y haciendo como que se lo cortaba”, recuerda Josefina. Ese fue el modo en que su hermana mayor le traslado su inminente destino: la muerte.
El día que María salió de casa por última vez tenía una herida en el lóbulo de la oreja y no pudo ponerse los dos pendientes que acostumbraba llevar. “Ponte uno solo”, le sugirió Josefina. Obedeció, y la pareja del pendiente se quedó en casa. Ese gesto tan cotidiano y sencillo permaneció intacto en la memoria de Josefina. “La fusilaron llevando solo un pendiente y siempre pensé que se lo habrían robado”. Pero no fue así. La joya apareció en la fosa conocida como la de los bañezanos de Izagre el 4 de septiembre de 2008. Los técnicos de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica llamaron a Josefina para hablarle del hallazgo. “Solo hemos encontrado un pendiente, no está la pareja”, le advirtieron. “¡Y cómo iba a estar si lo tenía yo!”, recuerda emocionada.
“También estaban sus gafas y, por el tamaño de los huesos, los forenses decían que con seguridad se trataba de una mujer”
Con el pendiente que María dejó en casa antes de que la fusilaran, su hermana pequeña se hizo un anillo
y, con esa sortija modificada que nunca se quitaba, puso rumbo a
Izagre. “Me acaban de operar de cataratas y apenas veía”, puntualiza.
La emoción embargó a todos los que allí se econtraban cuando Josefina llegó con su joya y comprobaron que se trataba del mismo pendiente hallado en la fosa. Era María. “También estaban sus gafas y, por el tamaño de los huesos, los forenses decían que con seguridad se trataba de una mujer”. No había lugar a dudas.
La emoción embargó a todos los que allí se econtraban cuando Josefina llegó con su joya y comprobaron que se trataba del mismo pendiente hallado en la fosa. Era María. “También estaban sus gafas y, por el tamaño de los huesos, los forenses decían que con seguridad se trataba de una mujer”. No había lugar a dudas.
Josefina, que ha interrumpido su lectura del último libro de Paul Preston, El Holocausto español, para contar al otro lado del telefono su experiencia, se emociona en este punto. Su historia la ha contado muchas veces. La comparte con todo aquel que se la pregunta. Uno de los primeros en hacerlo fue el historiador José Cabañas, autor de La Vorágine de Junio, el libro que ha documentado lo sucedido en esa comarca leonesa los días posteriores al golpe de estado de Franco contra la II Republica.
La memoria de Josefina tiene unas lagunas forjadas por el dolor y la obligación de tener que sostener un discurso contrario a lo que sentía cada vez que salía a la calle. Su hermano pasó varios años escondido en la vivienda familiar, y las autoridades franquistas les hacian registros en los que nunca llegaron a encontrar nada. “Aun asi te ponian multas de 1.000 pesetas”, rememora. Sin embargo, de la filiación política de su hermana poco o nada recuerda. “Tenia un amigo que sí estaba metido en política, pero ella no, si acaso ayudaba como secretaria del partido”.
Las investigaciones que hacen los historiadores a menudo contradicen este tipo de testimonios. En el caso de María Alonso, José Cabañas rescató del sumario 151/36 -incoado por “los sucesos de La Bañeza los días de julio”- la declaración en la que María confesaba su cargo de presidenta de Unión Republicana.
TEMOR POR LOS DEMÁS
Hoy en día, con unas elecciones generales que han cumplido con todos los sondeos que pronosticaron la vuelta de la derecha al Gobierno, la incertidumbre se apodera de Josefina y siente lastima por todas las víctimas que aún quedan por desenterrar. Se congratula de su suerte por tener a su hermana “en casa” pero teme que no se sigan abriendo las fosas y cunetas que todavía albergan a miles de desaparecidos. “Me volvía loca pensando que mi hermana estaba bajo una carretera. Sacarla de allí fue un milagro. Son personas, no animales como quiso Franco que fueran. Ahora siento que mi herida se ha curado”.
La historia de estas dos hermanas es parte protagonista del proyecto que se estrenará el próximo 12 de diciembre en Pamplona: Donde habita el olvido, un libro [Desvelados] y un documental [Morir de sueños] en el que el fotografo Clemente Bernad ha reflejado los relatos del horror en las fosas comunes del franquismo.
http://blogs.publico.es/memoria-publica/2011/11/22/el-pendiente-que-guardo-la-memoria-de-maria/
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