Gumiel de Izán / Guerra Civil
Una veintena de voluntarios de la Sociedad Científica Aranzadi y la ARMH trabajan en el enterramiento y está previsto que se concluya mañana el levantamiento de los restos
J. C. O. / ARANDA
Los trabajos de exhumación de la fosa común de la Guerra Civil localizada en La Legua, término de Gumiel de Izán, iniciados el pasado lunes marchan a buen ritmo y ya se puede asegurar que el total de cuerpos de represaliados republicanos a los que se dio tierra en este paraje asciende a 59.
Un equipo de una veintena de voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, la Sociedad Científica Aranzadi y la Universidad Autónoma de Madrid comenzó el pasado jueves el levantamiento de los restos óseos bajo la dirección del médico forense Francisco Etxeberría, y está previsto que los trabajos finalicen el domingo.
Aunque inicialmente se sospechaba que la inhumación, localizada gracias al testimonio de un gomellano que la vio abierta cuando tenía 14 años, podría corresponder a 60 trabajadores del ferrocarril de Aranda de Duero a los que se comenta que se dio el paseíllo el 18 de agosto de 1936, fecha en la que se produjo una detención masiva de trabajadores de este gremio, militantes en su mayoría de CNT y UGT, lo cierto que esa hipótesis, según reconoce el coordinador de la ARMH en la comarca, José María Rojas, comienza a ponerse en duda. Un enterramiento que otros testimonios ubican en los anexos del monte de Costaján y Montehermoso.
Uno de los datos relevantes, según confirma Francisco Etxeberría, es que los cuerpos fueron llevados en seis tandas, lo que se aprecia por los taludes y porque hay varios niveles de cuerpos superpuestos, habiéndose solidificado y formado moldes la cal que echaron sobre los cadáveres. Una fosa que, por cierto, se abrió con intención de albergar muchos más muertos, ya que a pesar de que los cuerpos ocupan un espacio de a 30 metros de longitud, hay otra parte que no llegó a utilizarse.
El forense señalaba además que a diferencia de otras fosas encontradas en los alrededores de la capital ribereña, donde han aparecido cuerpos uniformados con insignias y distintivos de ser trabajadores de los ferrocarriles, en este caso no han aflorado estos signos.
Por otra parte, aunque entre los restos han aparecido muy pocos objetos que puedan identificar a las víctimas, todos ellos varones y entre los que hay dos menores de 20 años, sí que se ha hallado un ojo de cristal y otro esqueleto porta un corsé ortopédico. Para Rojas este último dato es muy significativo ya que está documentado que un maquinista ferroviario desaparecido utilizaba un elemento de esas características y se va a comprobar el ADN de su hijo.
Además, otro de los cuerpos presenta una importante escoliosis, deformación que puede resultar determinante para fechar la fosa puesto que podría tratarse de un republicano de la zona de Lerma desaparecido en aquellas fechas y que tenía chepa prominente. «Si fuera el hombre de Lerma, creo que le asesinan a primeros de septiembre y las seis sacas se habrían hecho entre septiembre y octubre. Por tanto no es la famosa de los ferroviarios, que fue en agosto. Lo cual no quiere decir que posteriormente fusilaran también a más empleados del ferrocarril, porque el hombre del corsé era maquinista y con él matan a más compañeros», resume Rojas.
Un equipo de una veintena de voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, la Sociedad Científica Aranzadi y la Universidad Autónoma de Madrid comenzó el pasado jueves el levantamiento de los restos óseos bajo la dirección del médico forense Francisco Etxeberría, y está previsto que los trabajos finalicen el domingo.
Aunque inicialmente se sospechaba que la inhumación, localizada gracias al testimonio de un gomellano que la vio abierta cuando tenía 14 años, podría corresponder a 60 trabajadores del ferrocarril de Aranda de Duero a los que se comenta que se dio el paseíllo el 18 de agosto de 1936, fecha en la que se produjo una detención masiva de trabajadores de este gremio, militantes en su mayoría de CNT y UGT, lo cierto que esa hipótesis, según reconoce el coordinador de la ARMH en la comarca, José María Rojas, comienza a ponerse en duda. Un enterramiento que otros testimonios ubican en los anexos del monte de Costaján y Montehermoso.
Uno de los datos relevantes, según confirma Francisco Etxeberría, es que los cuerpos fueron llevados en seis tandas, lo que se aprecia por los taludes y porque hay varios niveles de cuerpos superpuestos, habiéndose solidificado y formado moldes la cal que echaron sobre los cadáveres. Una fosa que, por cierto, se abrió con intención de albergar muchos más muertos, ya que a pesar de que los cuerpos ocupan un espacio de a 30 metros de longitud, hay otra parte que no llegó a utilizarse.
El forense señalaba además que a diferencia de otras fosas encontradas en los alrededores de la capital ribereña, donde han aparecido cuerpos uniformados con insignias y distintivos de ser trabajadores de los ferrocarriles, en este caso no han aflorado estos signos.
Por otra parte, aunque entre los restos han aparecido muy pocos objetos que puedan identificar a las víctimas, todos ellos varones y entre los que hay dos menores de 20 años, sí que se ha hallado un ojo de cristal y otro esqueleto porta un corsé ortopédico. Para Rojas este último dato es muy significativo ya que está documentado que un maquinista ferroviario desaparecido utilizaba un elemento de esas características y se va a comprobar el ADN de su hijo.
Además, otro de los cuerpos presenta una importante escoliosis, deformación que puede resultar determinante para fechar la fosa puesto que podría tratarse de un republicano de la zona de Lerma desaparecido en aquellas fechas y que tenía chepa prominente. «Si fuera el hombre de Lerma, creo que le asesinan a primeros de septiembre y las seis sacas se habrían hecho entre septiembre y octubre. Por tanto no es la famosa de los ferroviarios, que fue en agosto. Lo cual no quiere decir que posteriormente fusilaran también a más empleados del ferrocarril, porque el hombre del corsé era maquinista y con él matan a más compañeros», resume Rojas.
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